miércoles, 11 de diciembre de 2013

Hacienda Casasano, Yautepec

INTRODUCCIÓN

En la actualidad muchas de las comunidades van perdiendo sus costumbres y tradiciones. Es lindo ver las calles adornadas, la gente entusiasmada, llena de alegría en festejar con su familia. La tradición no es más que todo aquello que una generación hereda de las anteriores y, por estimarlo valioso, lega a las siguientes; y lamentablemente, la moda, la tecnología, entre otras cosas, van apagando esa sabiduría que nuestros antepasados nos transmiten, con esperanza de que las costumbres y tradiciones no se pierdan, que prevalezcan años y las generaciones futuras continúen con los que ellos empezaron, dando valor e identidad al pueblo al que pertenecen.
Esta investigación está enfocada a eso, dar identidad al pueblo de Casasano, que contra viento y marea, ha llevado hasta la actualidad lo que los ancianos han celebrado desde años atrás, recordar lo importarte que es, y cuál es el significado de las celebraciones que ahí se llevan a cabo, ya que muchas veces no sabemos qué es lo que en realidad pasa.
A continuación se presenta una reseña, donde se muestra, breve y conciso, los eventos que se dan en la Fiesta de la Virgen de Guadalupe y del Carnaval; se trata de enfatizar la esencia, el significado, la importancia de cada acontecimiento, ya que se puede afirmar que Casasano es una de las pocas comunidades que conserva sus tradiciones, resaltando que este poblado no llega a compararse con las fiestas de otros municipios, pero en cambio conserva y aviva todo aquello que llena de orgullo el ser parte de Casasano.

La invitación está hecha, sólo falta que sigas leyendo y te adentres a lo que las raíces de esta comunidad te quieren transmitir. Es satisfactorio aprender de lo que un pueblo es, hace y conserva, porque la historia y el pasado siguen prevaleciendo año tras año, de generación en generación.

Casasano es un poblado caracterizado por varias cosas: infraestructura, ya que tiene su propio asoleadero (lugar donde los agricultores de arroz y maíz exponían al sol su siembra), las galeras (pequeña construcción de cuartos donde le daban asilo temporal a los jornaleros que venían de otros estados), la estación del tren, la iglesia, que data del año 1723, el ejido, el cual comprenden varias extensiones de tierra que dan sustento a varias familias de este poblado, donde se siembra principalmente caña de azúcar y también la existencia de los invernaderos,  la hacienda y el ingenio, el cual desde muchos años atrás produce azúcar y en tiempos anteriores destilaban alcohol, siendo la base económica de la mayoría de las familia en Casasano.

La mayor parte de la historia de este poblado está relacionada al ingenio. A principios del siglo XVII, el ingenio pasó a ser propiedad de Gordian Casasano, contador juez oficial de la Real Hacienda de la Nueva España, quien poseía una regular extensión de tierras de sembradío muy cercanos a San Pedro Mártir, pueblo que hasta la fecha eterniza su nombre. La historia de la Hacienda de Casasano se remonta a la época de la colonia como la hacienda de San Pedro de Casasano. En el año de 1598 Gordian Casasano contrató los primeros trabajadores para explotar las tierras sembradas de caña, de esa época pasó por varios administradores que no están registrados en la historia. De 1905 a 1910 la Hacienda pasó a ser de Francisco Vélez con una producción de azúcar de 933 toneladas; posteriormente durante la zafra de 1910/1911 produjo 1,151 toneladas de azúcar y 820 toneladas de panela, la cual fue una Zafra exitosa e increíble. Durante 1912-1913 estalló la Revolución en la región por lo que no se tuvo zafra, los cañaverales fueron quemados por los Huertistas en la persecución de Emiliano Zapata. Posteriormente la Hacienda fue abierta para su producción pero su trabajo era intermitente hasta que en 1942 un empresario visionario, Don Juan Barrales, constituyó la empresa denominada “La Abeja”, S. A., la cual se preocupó por sembrar caña e invertir en el trapiche hasta formarlo como Ingenio.
Actualmente toda la infraestructura sigue presente algo característico de esta comunidad que día a día lucha por conservar la historia de años pasados.

La tradición, por ser la forma más sencilla de comunicar o transmitir los valores y las manifestaciones culturales y artísticas en el correr del tiempo, es también la manera más sencilla y directa de hacer la historia.

La tradición, por ser historia viviente y comunal, tiene una dimensión humana, una dimensión social, una dimensión geográfica y otra temporal, y sobre todas estas cualidades, la virtud de amalgamar al hombre presente con su pasado y con su terruño. Es el hilo que teje la malla de generaciones y que da sentido, color, sabor, perfil, carácter cultural y fisonomía social.

En nuestro país tenemos muchas tradiciones a lo largo del año, y de un modo u otro, todas ellas se relacionan.

María Moliner define fiesta como “el conjunto de actos extraordinarios […] con que se celebra un acto familiar o, para regocijo público, se organizan en un sitio público con motivo de algún acontecimiento o en fechas señaladas en el año”.
El primer elemento es su condición de extraordinario. Los días de fiesta son diferentes a todos los demás, se les espera e implican preparativos. El otro aspecto importante de la fiesta es la razón por la cual se celebra. Evidentemente, hay celebraciones familiares, en ellas, lo que se celebra es un acontecimiento especial en la vida: matrimonios, bautizos, cumpleaños, nacimientos y muertes. Pero así como la vida de la gente tiene días comunes y días de fiesta, las ciudades, los santos y sus santuarios así como la tierra, tienen los suyos. Los días memorables hay que festejarlos de manera especial.

Las fiestas mexicanas reflejan y representan el mestizaje, pues los indígenas y los españoles no sólo mezclaron sus genes, comidas y palabras, sino también creencias y desde luego, las fiestas.

“Dos sangres hermanadas, aunque antagónicas en su origen, cuando se derramaban de manera literal. Pero más sangre ha nacido de este venturoso mestizaje, que aquella pérdida para lograr la asimilación”. José N. Iturriaga.

México es un país alegre. El calendario festivo registra más de 5,000 fiestas anuales en todo el país. En las fiestas cívicas se conmemoran eventos históricos como la independencia, una batalla ganada o el nacimiento de un conciudadano distinguido.

La iglesia, en nuestro caso la católica, también tiene su propio calendario de festividades para conmemorar momentos especiales para los creyentes. Existen fiestas patronales dedicadas a los santos patronos que protegen un gremio, un pueblo o un barrio. Tanto los Santos como las Vírgenes y los Cristos de los santuarios tienen sus propios días festivos. Por último, las fiestas de origen prehispánico honran a la tierra, nuestra madre, quien tiene que ser tratada de manera especial algunos días, y tanto ella como las otras fuerzas de la naturaleza que la complementan, responden a un calendario en el que los ciclos agrícolas, los rituales prehispánicos, la iglesia católica y la cultura europea se reúnen para hacerles los honores. Para tal efecto se realizan las fiestas de glorificación del ciclo solar, las fiestas de fertilidad y prosperidad y las fiestas de la oscuridad y penitencia.



En casi todo el país se honra el 12 de diciembre, a Nuestra Señora de Guadalupe, la Virgen que se apareció en el cerro del Tepeyac, donde los mexicas veneraba a Tonantzin, madre de los Dioses, Casasano no puede ser la excepción, ya que en su día es la fiesta mayor en este poblado, la mayoría de la población es  100% guadalupano, la fe de la virgen morena invade a todos los habitantes de ahí.

También hay otra fiesta patronal de gran importancia, a San Pedro Mártir, que se celebra el 29 de Abril, en la cual se celebra de la misma forma que a la Virgen, pero sin tanta fuerza.

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